Crónica de un personaje en la UIS: Mariela
Pujimuy Janamejoy.
Desde hace más de dos años que había conocido a
Mariela Pujimuy Janamejoy en clase de tecnologías y educación por mera
casualidad del destino, le había visto por ahí en la universidad pero jamás
habíamos cruzado palabra ninguna hasta que en esa clase el profesor hizo que
nos hiciéramos en grupos de trabajo, sus primeras palabras fueron: - Veo que
usted habla bien inglés, me dijo. Mariela como mujer indígena claramente está
familiarizada con su lengua materna y con el español – Más que usted en otras
lenguas no creo, le respondí.
Mariela empezó a hablarme de su cultura y de su
comunidad (como ella le llama), me platico que ella era originaria del Pueblo
Indígena Inga de Aponte, en Nariño (tribu cercana al legado Inca). Desde un comienzo se creó una confianza que
hasta la fecha ha dejado frutos y cosas muy positivas. Yo como siempre era una
bromista a veces medio pesada cuando tengo confianza con la persona, de esas
bromistas con sentido del humor sarcástico empecé a bromear a mi propio estilo
con cosas jocosas que nos hacían reír.
Mariela tenía tanta tranquilidad y le gustaba
la broma tanto como yo –que a veces me pasaba la raya- en sentido figurado.
Bueno, me insistió, Laura vamos a dejar la broma y hablemos de otras cosas. Me
empezó a platicar de cosas espirituales, cuestión que de una me engancho ya que
siempre había considerado que los indígenas heredaban un conocimiento. Ella me
empezó a comentar sobre asuntos espirituales muy profundos.
Una noche yo estaba en la UIS, llovía y hacía
mucho frío así que iba directo a casa cuando de pronto me encontré con Mariela,
hola qué más, me dijo para saludarme. Yo la miré con cara de sueño. Ella estaba
acostumbrada por mi trabajo en el call center de arvato, usted siempre con
sueño –me bromeo. Yo la miré rayado. A ver si captaba que el chiste no me hacía
la menor gracia, luego se me paso cuando empezamos a platicar.
Días antes yo había visto por internet un
documental sobre una tribu indígena llamada los yanomami tribu localizada en la
frontera entre Brasil y Venezuela en una de las zonas más asiladas del planeta
y le hablé sobre la estructura de las casas donde habitaban los indígenas
yanomami. Mariela me interrumpió para preguntarme – ¿es un resguardo? naturalmente
yo a diferencia de ella no tenía el conocimiento para contestar a la pregunta.
Desde que empezamos a hablar, Mariela se fue
poniendo más seria, yo solté una pequeña carcajada. Qué, me dijo. Yo había
vuelto la cara hacia el otro lado. Qué insistió. No puedo creer que no se dé
cuenta. De qué, se impaciento. Siempre tranquila. En vez de responder a la
pregunta, yo elaboré otra. Explícame una cosa Mariela ¿cuál es la diferencia
entre resguardo y comunidad?
La pregunta le sorprendió agradablemente y no
cerró la boca hasta media hora después, ella sabía que yo debía acostarme
temprano pero no le importó -cosa que a mí sí. Esa noche Mariela me hablo de
Taitas, jerarquías, la madre naturaleza, remedios, asuntos muy interesantes
pero en el que más hizo hincapié fue la cura espiritual de los indígenas, algo
que ellos tomaban muy en serio hasta tal punto que Mariela a cada rato me
repetía –es un remedio espiritual. Mariela me pidió que siguiésemos hablando
luego.
Antes de tomar el taxi para irme a casa yo le
dije –he escuchado del yagé y de eso si me gustaría seguir hablando- ella
insistió en que me fuera a dormir que al otro día yo debía madrugar. La verdad
estaba que me caía del sueño. Nada de eso es tan sencillo de explicar, dijo
Mariela, que por su expresión en la cara me dejo pensativa. Eran ya las ocho de
la noche cuando me subí al taxi no sin antes decirle a Mariela –me tienes que
contar sobre la visión espiritual, ella contesto –Laura eso no es broma y se
echó a reír. Un año después Mariela Pujimuy Janamejoy justamente me invitaría
una Ceremonia espiritual de toma de yagé o ayahuasca pero eso ya es otra
crónica…
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